Hace alrededor de 30 años, Zambia se convirtió en el primer país anglófono en realizar una transición pacífica al multipartidismo cuando el recién formado Movimiento por una Democracia Multipartidista [Movement for Multiparty Democracy (MMD], liderado por Frederick Chiluba, derrotó al presidente Kenneth Kaunda y su Partido Unido por la Independencia Nacional [United National Independence Party (UNIP] en las elecciones celebradas en octubre de 1991. Desde entonces han tenido lugar cinco elecciones parlamentarias y siete elecciones presidenciales, permitiendo la alternancia en el poder y la emergencia de nuevas fuerzas políticas.
Tras dos décadas de preponderancia del MMD en parlamento y presidencia, en 2011 el poder cambió al Frente Patriótico [Patriotic Front (PF)] de Michael Sata. Tras la muerte de Sata en 2014, Edgar Lungu –Lungu empezó su carrera política en el Partido Unido por el Desarrollo Nacional [United Party for National Development (UPND)] bajo el liderazgo de Anderson Mazoka, cambiando posteriormente al PF liderado por su fundador, Michael Chilufya Sata– fue elegido presidente, primero en las elecciones extraordinarias de 2015 y posteriormente en las elecciones generales de 2016.
Desde su ascenso (Edgar Lungu) al poder en 2015 multitud de activistas y políticos
críticos con el régimen se han enfrentado a acciones legales, represión e intimidación,
y frecuentemente se ha atacado la libertad de los medios de comunicación.
El sistema político zambiano opera en un marco presidencial en el que la cabeza del estado lo es también del gobierno. A lo largo del tiempo, los estilos de liderazgo de aquellos en el poder han sido diferentes; Frederik Chiluba fue el sindicalista carismático que protagonizó la transición al multipartidismo y los primeros gobiernos del MMD, y más tarde Michael Sata fue el populista apodado «Rey Cobra», debido a su afilada lengua. Como sus predecesores, Edgar Lungu ha atraído mucha atención, pero no por razones positivas. Desde su ascenso al poder en 2015 multitud de activistas y políticos críticos con el régimen se han enfrentado a acciones legales, represión e intimidación, y frecuentemente se ha atacado la libertad de los medios de comunicación. Esto queda patente en dos eventos ocurridos este año: en marzo la policía del estado trató de arrestar a Hakainde Hichilema, el líder del principal partido opositor (UPND) en el aeropuerto de Ndola, en el Cinturón de Cobre –el copperbelt– aunque las razones continúan sin aclararse, y en mayo un hombre de 31 años fue arrestado por hacer comentarios despectivos contra el presidente durante una intervención por teléfono en un programa de la Millenniun Radio en Lusaka. Esto son tan solo dos ejemplos de la creciente carácter autoritario del régimen.
Algunos analistas políticos como Nic Cheeseman han alertado de que el país se enfrenta a un retroceso democrático, lo que yo también he analizado en otros espacios. El Varieties of Democracy Project muestra que todos las dimensiones democráticas en Zambia se han visto deterioradas bajo la presidencia de Edgar Lungu, especialmente en lo referente a participación, libertades y equidad (ver gráfico 1). Zambia también se encuentra entre los seis países africanos que tienen medidas anti-ONG o bien pendientes de aprobación o avanzando en su introducción.
Gráfico 1. Desempeño democrático de Zambia
Este retroceso democrático también se refleja en los datos de las encuestas (ver gráfico 2). Tras alcanzar su punto álgido en 2011 (68%) la satisfacción con la democracia ha sufrido una caída constante al 59,6% y al 47,8% en el sondeo más reciente. El gráfico también muestra una caída abrupta en el porcentaje de ciudadanos y ciudadanas que dicen sentirse completamente libres para decir lo que piensan, y un aumento en aquellos que declaran temer la intimidación durante las campañas electorales (una subida del 31,4% al 47,1% entre las sexta y séptima vueltas). En todo caso, y a pesar de estas tendencias, los y las zambianas tiene grandes aspiraciones democráticas: más de dos tercios de las personas entrevistadas aseguran que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno.
Gráfico 2. Percepción de la ciudadanía sobre la democracia
Fuente: Afrobarometer
Edgar Lugu ha desarrollado diversas estrategias de supervivencia. Primero, ha sido capaz de limitar la actividad de la oposición política mediante una creciente coerción. Segundo, ha estrechado los lazos económicos con China a pesar de toda la controversia y criticismo e incluso protestas populares. Tercero, se ha esforzado por interpelar a las iglesias cristianas y otras filiaciones de apoyo. Al poco de convertirse en presidente por primera vez, Lungu declaró el 18 de octubre de 2015 festivo nacional y día de ayuno y oración, y pidió rezar por el arrepentimiento, perdón y reconciliación nacional. En medio de una tormenta económica y una severa depreciación de la moneda nacional (Kwacha), Lungu pidió a la ciudadanía que rezara por la intervención de Dios en la economía. De acuerdo a Kaunda Chammah J., «Durante la campaña presidencial de 2016 Lungu «renegoció» su imagen pública negativa apareciendo como un devoto cristiano en los medios».
Los datos revelan que los y las zambianas valoran negativamente
el desempeño gubernamental en cuanto a gestión económica,
creación de empleo y la reducción de la brecha salarial
En todo caso, el gobierno se enfrenta a retos considerables. No solo la deuda sigue aumentando a pesar de los avisos del FMI, sino que la presencia china en la economía del país genera preocupación sobre la posible pérdida de control sobre sus recursos mineros. Además, el presidente necesita volver a ganarse la confianza de la ciudadanía. Las dos últimas vueltas del Afrobarometer (que cubren los años de Lungu como presidente) revelan que los y las zambianas valoran negativamente el desempeño gubernamental en cuanto a gestión económica, creación de empleo y la reducción de la brecha salarial (ver gráfico 3).
Gráfico 3. Desempeño gubernamental (% de aquellos que contestaron que el gobierno gestionó el asunto muy bien/mal)
Fuente: Afrobarometer
En términos generales, a pesar de que los y las zambianas están insatisfechas con el funcionamiento actual de la democracia y con el desempeño del gobierno, continúan teniendo grandes aspiraciones democráticas: aún hay una clara preferencia por la democracia sobre cualquier otro sistema de gobierno. Además, los datos de protestas indican que los y las ciudadanas corrientes y las organizaciones de la sociedad civil pueden ser fuertes contrapesos al autoritarismo en Zambia.
Foto de portada: Wikipedia Commons
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