A las afueras de Nairobi se encuentra Mathare, uno de los suburbios más grande de la capital keniana. Desde el aire, Mathare es un mar de tejados de chapa, un conjunto de chabolas hechas de láminas de hierro, barro o unos pocos ladrillos. En sus calles conviven el hambre, la delincuencia, la pobreza y la brutalidad policial. No obstante, Ruth Mumbi se ha convencido de que el barrio que la ha visto crecer puede cambiar y mejorar.
Históricamente, Mathare fue un bastión de la lucha por la independencia de Kenia. Cuando el movimiento por la liberación empezó, Mathare se erigió como el núcleo urbano anti-colonial de la capital y muchos de los planes para atentar contra el gobierno colonial se organizaron allí. “Esta actitud de resistencia y lucha sigue perdurando hoy en día en nuestra comunidad” explica Mumbi. “A menudo se describe a los habitantes de Mathare como peligrosos y agresivos, pero esto es porque luchamos por nuestros derechos, para obtener mejores salarios y acceder a las mismas oportunidades, es decir luchamos para ser visibilizados.”
Nairobi es la ciudad de los contrastes. Ricos y pobres comparten una capital sin apenas cruzarse y sin saber los unos de los otros. Mientras los primeros viven en mansiones con jardines tropicales, los últimos malviven en barrios de chabolas. Unos juegan al golf muy cerca de donde los otros luchan cada día por unos pocos shillings en barrios como Mathare. Nairobi aún conserva muchos tics del colonialismo británico. En el caso de Mathare y concretamente en el de Ruth Mumbi, la pobreza es criminalizada y los jóvenes que deciden organizarse y contestar la autoridad gubernamental son detenidos y silenciados. “No se puede entender la represión policial si no hablamos antes de la represión que sufrimos por parte del colonizador. Cuando conseguimos nuestra independencia, el nuevo gobierno adaptó el mismo sistema represivo hacia cualquiera que no fuera de la nueva élite o clase dominante. Este sistema sigue profundamente arraigado aun hoy” afirma Mumbi.
En 2008, Kenia vivió con pavor el espiral de violencia causado por el resultado de las elecciones. Las tensiones entre comunidades estallaron como nunca y Mathare se convirtió en uno de los puntos más conflictivos del país. Las mujeres sufrieron doblemente y aumentaron los casos de violencia sexual.
Ese año, Mumbi fundó Bunge La Wamama Mashinani (El Parlamento de las mujeres) una asamblea que quiere dar voz a las mujeres de Mathare. El objetivo es visibilizar que las mujeres, sean de la tribu que sean, tienen luchas compartidas. Como en muchos asentamientos informales, los retos a los que ellas se enfrentan son múltiples: desde la pobreza y la falta de educación hasta la violencia de género. La mayoría de las que viven en Mathare son amas de casa, limpiadoras o vendedoras ambulantes, o todo a la vez. Se levantan muy temprano para ir a buscar frutas y verduras que venderán luego en la calle, regresan a casa y preparan el desayuno y comida para sus hijos, y luego se van vender las verduras en los quioscos de las calles principales hasta el anochecer. Una jornada eterna y agotadora que no deja mucho espacio para la educación y el empoderamiento.
Mumbi consiguió rehacer su vida después de separarse de un marido que abusaba de ella. “Después de una paliza que me dejó en el hospital, le prometí a mi madre que nunca más volvería con aquel hombre. Estaba sola y con tres hijos, pero prefería vivir en paz aunque sin lujos.” Mumbi encontró la manera de salir adelante cocinando chapatis [tortitas típicas de Kenia] para unas misioneras. El destino hizo que Mumbi fuera proveyendo el catering en conferencias donde se hablaba de Derechos Humanos ypoco a poco, Mumbi pasó de ser la mujer que traía los chapatis a la mujer que se sentaba a dar la conferencia.
En el último año, con la pandemia de Coronavirus, la situación de la mujer en los asentamientos informales ha empeorado. Con el cierre de las escuelas, muchas niñas han sido víctimas de abuso sexual y según el African Institute for Development Policy, unas 150 000 niñas se quedaron embarazadas entre enero y mayo del 2020 en Kenia. Esto hace que muchas de ellas ya no vuelvan al instituto y abandonen los estudios. “También perdimos a muchas chicas de Mathare debido a los abortos clandestinos.” De hecho, uno de los proyectos actuales de Mumbi y su organización Bunge la Wamama Mashinani es una campaña para garantizar los derechos a la salud sexual y reproductiva, cuyo objetivo es sensibilizar sobre el efecto del aborto ilegal en las chicas.
No obstante, Mumbi ha visto una mejora en el empoderamiento de las mujeres. “Antes, se veía como normal que las mujeres fueran víctimas de violaciones incluso si eran violaciones múltiples. Era tan frecuente que no se veía necesario ir a denunciarlo a la policía. Ahora sin embargo, veo como cada vez más mujeres denuncian y hablan por sí mismas.”
Ruth Mumbi es activista keniana de derechos humanos y defensora de los derechos de las mujeres, especialmente de las mujeres que viven en situaciones de vulnerabilidad en los barrios marginales de Nairobi. Participa en el Programa Ciutats. Defensores dels Drets Humans
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