Etiopía-Türkiye-Somalia: Diplomacias de paz en el Cuerno de África

Cuando se cumplen 8 meses del Acuerdo del Día de Año Nuevo entre Etiopía y Somalilandia, en el que la autoproclamada República de Somalilandia acordó arrendar parte de su costa a su vecina sin salida al mar, Etiopía, a cambio de su reconocimiento internacional -lo que desencadenó una nueva crisis entre Etiopía y Somalia- Türkiye ha facilitado contactos entre ambos países para desescalar una tensión que podría tener graves consecuencias regionales.

Origen de la crisis y mediación

Etiopía y Somalia iniciaron contactos el 1 de julio con la facilitación de Türkiye para reconducir la grave crisis diplomática entre ambos países desencadenada por la firma de un memorando de entendimiento entre Etiopía y Somalilandia el 1 de enero de 2024 que también provocó una grave crisis entre Somalilandia y Somalia. Este acuerdo daría a Etiopía, que no tiene acceso al mar, la oportunidad de obtener una base naval permanente y servicio marítimo comercial en el golfo de Adén a través de un acuerdo de arrendamiento por una extensión de 20 kilómetros de costa durante un periodo de 50 años, según detallaron los gobiernos etíope y somalilandés. A cambio, según el presidente de Somalilandia, Muse Bihi Abdi, Etiopía reconocería internacionalmente a su región como un país independiente.

Estas negociaciones son el último intento de reparar las relaciones diplomáticas, agravadas desde el memorando de enero. Miles de somalíes se manifestaron en ese momento en contra del acuerdo.  El ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, recibió a su homólogo etíope, Taye Atske Selassie, y al somalí, Ahmed Moallim Fiqi, en Ankara. El Ministerio de Exteriores de Türkiye señaló que los tres habían firmado una declaración conjunta tras conversaciones francas, cordiales y con visión de futuro sobre sus diferencias. En estas conversaciones acordaron celebrar otra ronda de contactos en Ankara el 2 de septiembre, según el comunicado. Un portavoz de la autoproclamada República de Somalilandia, que no está reconocida internacionalmente, pero cuenta con Constitución (2001), moneda y gobierno propios, además de mayor estabilidad política que Somalia desde que declaró su independencia en 1991, dijo que Somalilandia no estaba involucrada en las conversaciones.

No obstante, a pesar de los intentos turcos de mediar entre Mogadiscio y Addis Abeba y de que también el emir qatarí Tamim bin Hamad Al-Thani hablara el 12 de junio con el presidente somalí Mohamud y el primer ministro etíope Abiy Ahmed en llamadas separadas, se lograron pocos avances hacia el acercamiento. La preocupación sobre el impacto de las tensiones en la seguridad creció cuando funcionarios del Gobierno somalí afirmaron a finales de mayo y principios de junio que las fuerzas etíopes no formarían parte del complejo de seguridad posterior a la Misión de Transición de la Unión Africana en Somalia (ATMIS) a menos que Addis Abeba se retractara del acuerdo con Somalilandia.

Unas relaciones históricamente complejas

Ambos países (Etiopía y Somalia) han mantenido unas relaciones históricamente tensas, influidas por el contexto geopolítico internacional, e incluso en algunos momentos se han enfrentado militarmente. Este conflicto se remonta al siglo XIV, cuando los gobernantes de las tierras altas cristianas de Etiopía llevaron a cabo expediciones militares en las tierras costeras donde predominaba el Islam, particularmente en lo que hoy es el norte de Somalia, para abrir rutas comerciales que les dieran acceso al mar. Posteriormente, a finales del siglo XIX, el emperador etíope Menelik conquistó la ciudad somalí de Harar y en 1891 anunció un ambicioso programa de expansión, y tras la I Guerra italo-etíope (1895-1896), en la que derrotó a la Italia colonial, consiguió el reconocimiento de su independencia ante los poderes coloniales. En respuesta a la amenaza expansionista de Menelik, muchos clanes de lo que se convirtió en la Somalilandia británica aceptaron la protección británica. Tras la derrota en la II Guerra italo-etíope contra la Italia de Mussolini y el posicionamiento etíope en la IIGM, Etiopía consiguió a finales de la década de los 1940, para consternación de los somalíes, que la región somalí de Ogadén fuera entregada a Etiopía por el Imperio británico.

Tras la independencia de Somalia en 1960, ambos países se enfrentaron en diversas guerras (1964, 1977-1978, 1982) en las que Somalia fue derrotada, en el marco de la Guerra Fría, en la que ambos países se alinearon con los bloques opuestos e incluso orbitaron de un bloque al otro, como fue el caso de Somalia. La guerra civil somalí de finales de los años ochenta y el colapso de Somalia en 1991 situaron a Etiopía en clara ventaja militar y económica y convirtieron a Somalia en una cuestión de seguridad nacional para Etiopía, interviniendo en los asuntos internos somalíes para promover la paz y la seguridad en Somalia en defensa de sus propios intereses, no siempre coincidentes con los intereses somalíes. Etiopía apoyó a unos actores político-militares en detrimento de otros y mantuvo presencia militar permanente unilateral y no pública y posteriormente dentro de marcos multilaterales (AMISOM y actualmente ATMIS), hecho que ha sido instrumentalizado por el grupo armado de Somalia al-Shabaab para justificar en parte su campaña armada.

Etiopía y Somalia no necesitan nuevas crisis

Ambos países no deberían estar interesados en sumar un nuevo foco de tensión regional a los múltiples conflictos y situaciones de inestabilidad que les afectan. Aunque Etiopía considere esta cuestión como existencial, esta crisis se añade a los numerosos retos y focos de inestabilidad y violencia internos y regionales que padece el país, entre los que destacan los impactos de las guerras en las regiones de Oromiya y de Amhara y la frágil implementación del acuerdo de paz en Tigré. La guerra en la región de Tigré ha sido una de las más graves de los últimos años a escala internacional y cuyas consecuencias siguen abiertas, además de la grave situación de hambruna que afecta en la actualidad a la región. En paralelo, el Gobierno Federal ha continuado lidiando con demandas y movilizaciones de actores político-militares vinculados a los más de 80 grupos étnicos de Etiopía, entre las que destacaron las tensiones con sectores disidentes de la región de Benishangul-Gumuz y también en Gambella, donde creció la oposición al desarme forzoso de milicias locales. En el plano regional, Etiopía, Egipto y Sudán acordaron reanudar las conversaciones de cara a alcanzar un acuerdo respecto del contencioso relativo a la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD, por sus siglas en inglés), pero no se produjeron avances en las diferentes rondas de negociación celebradas durante el año 2023. A esta situación a nivel regional cabe añadir el estancamiento del proceso de paz y deterioro paulatino de las relaciones entre Eritrea y Etiopía.

En lo concerniente a Somalia, el conflicto armado continuó incrementando su intensidad respecto a años anteriores. Somalia ha incrementado en los últimos años la ofensiva contra al-Shabaab con el apoyo de los clanes, las milicias locales Macawisley y los aliados regionales e internacionales -en especial por el aumento de las operaciones de la misión africana en el país (ATMIS) y del apoyo aéreo de AFRICOM-  como parte de las promesas del presidente Hassan Sheikh Mohammud de situar la guerra contra al-Shabaab en el centro de sus esfuerzos para estabilizar el país desde que alcanzó el poder en mayo de 2022. En este sentido, la guerra contra al-Shabaab y las continuas tensiones con el resto de estados federados centraron los esfuerzos del Gobierno de Mohammud.

En consecuencia, ninguno de los dos Estados está interesado en que esta crisis siga escalando, ni tampoco Somalilandia, que había estado iniciando contactos con Somalia a finales de año con el apoyo turco y noruego. En este sentido, la iniciativa turca y qatarí debería recibir un apoyo más firme del resto de los países de la región y de otros actores de la comunidad internacional para evitar que esta tensión pueda afectar negativamente en la evolución de la situación en el Cuerno de África.

(Tortosa, 1977). Politólogo y Máster en RRII, intento moverme en lo local teniendo siempre un ojo puesto en lo global. Creo que las guerras son una invención social, por lo que está en nuestras manos acabar con ellas. Interesado en los conflictos y los procesos de paz en África. Milito en la máxima de que el conocimiento tiene que ir de la mano del activismo transformador de carácter noviolento. Me quedo con las palabras de Walter Benjamin: “Es tarea más ardua honrar la memoria de los seres anónimos que la de las personas célebres. La construcción histórica está consagrada a la memoria de los que no tienen nombre.”

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