El pasado lunes 29 de junio, en las calles de Addis Abeba, moría asesinado el cantante de origen oromo Haacaaluu Hundeessa. Él se había constituido en la voz de la protesta más reciente del pueblo Oromo en su permanente conflicto con el Estado etíope. A su asesinato, todavía por esclarecer, se ha sucedido más de una semana de protestas y una respuesta autoritaria del gobierno del Primer Ministro Abiy Ahmed Ali, también de origen oromo, que ha culminado con un corte de internet en todo el país que, en estos momentos, dura ya más de nueve días. Pero lo que parecería ser un asunto interno, puede tener raíces y consecuencias internacionales de gran impacto para el Cuerno de África.
Hundeessa y el conflicto Oromo
La figura de Hundeessa se había convertido en un símbolo del conflicto entre los oromo y Etiopía. Encarcelado durante 5 años y puesto finalmente en libertad por falta de pruebas, Hundeessa hizo de la letra de sus canciones el resumen de los agravios etíopes a su pueblo.
Actualmente, éstos se resumen en las políticas de expansión de la capital, Addis Abeba, a través de las cuales se está expropiando tierras oromo históricas y que se unen a la constante sensación de invisibilización del pueblo Oromo. Mientras que el proyecto etíope, con cualquiera de los gobiernos que ha habido, promueve una asimilación de los pueblos al proyecto estatal, los Oromo quieren reivindicar su voz y sus derechos como pueblo mayoritario en el país (30 millones de los 109 que tiene como población total Etiopía). El conflicto entre oromos y el Estado de Etiopía ha provocado diversas olas de protestas y represión, como bien explicó Elsa Aimé en este artículo.
La muerte de Hundeessa volvió a provocar, ya en la mañana del martes 30 de Junio, grandes manifestaciones y disturbios. No sólo en la capital, Addis Abeba, donde se han referido hasta 3 explosiones y varios episodios de tiroteos, sino en otras ciudades de la región de Oromo. En total, se cuentan oficialmente 145 civiles muertos, y 11 miembros de las fuerzas armadas, así varios edificios en llamas en la ciudad de Adama y el derribo, en Harar, de la estatua del antiguo emperador Raj Makonnen, el padre del conocido Haile Selassie.
Represión interna
La relación entre el gobierno de Etiopía y el pueblo Oromo parecía que conseguía reconducirse a raíz de la elección de Abiy Ahmed Ali como Primer Ministro. No obstante, Ahmed Ali es de origen oromo y su talante parecía ser negociador. Fue así como consiguió ser artífice de un histórico acuerdo de paz con Eritrea y un más que cuestionable -¿cuál no lo es?- Premio Nobel de la Paz.
Pero las esperanzas iniciales han caído en el olvido tras el cierre de medios de comunicación opositores, la detención de prisioneros políticos o la persecución de grupos políticos disidentes. Y el episodio del asesinato de Hundeessa han hecho que Ahmed Ali recupere las peores prácticas de represión internas, volviendo a la dictadura digital a través del corte generalizado de internet en el país, y deteniendo opositores oromo como Bekele Gerba o, principalmente, la de Jawar Mohammed, arrestos a los que se han unido otros opositores no oromo como Eskinder Nega. Éste último, bloggero que ya había sido detenido en anteriores ocasiones, lanzó en el pasado una fuerte advertencia sobre en qué se podría estar convirtiendo parte de la oposición oromo, al compararla con la Interehamwe ruandesa.
Agresores externos a Etiopía
Y es que algunos testimonios que salen de Etiopía hablan de agresiones oromo hacia personas de otros orígenes, y de varios grupos de ellos con machetes. Todo, dentro de lo que parece una guerra de información y noticias falsas que el corte de internet en el país no hacen más que incrementar.
El origen de esta guerra de Fake News podría estar en Egipto, y la causa sería la inminente puesta en marcha de la presa del Renacimiento, en los orígenes del Nilo. El control por las aguas del Nilo siempre había sido, en la política egipcia, motivo de declaración de guerra. La diplomacia regional e internacional parecía haber hecho a El Cairo asumir que Etiopía y Sudán también debían poder aprovechar parte del caudal del río para poder asegurar la estabilidad del suministro egipcio, pero ahora no parece estar tan claro.
Ahmed Ali declaró que los culpables del asesinato de Hundeessa estaban tanto dentro como fuera de Etiopía. Y es que a nadie se le escapa que la muerte del cantante ha sido muy oportuna a la hora de desestabilizar Etiopía en un momento clave: la presa del Renacimiento debía comenzar a llenarse este mes de Julio.
Desde El Cairo ya comienzan a llegar voces que aseguran que Etiopía está viviendo los días previos a una guerra civil. Y eso no hace sino aumentar las sospechas de que Egipto esté, cuanto menos, aprovechando la circunstancia para empoderar y apoyar al ala más radical del pueblo Oromo. Las guerras del agua ya estarían llegando al Cuerno de África.
En este contexto, el asesinato de Hundeessa podría haber sido el punto de salida de una desestabilización interna provocada por derivadas de la política internacional. Una desestabilización a la que no ayuda el cierre etíope y la promoción de sus rasgos más autoritarios, profundizando en el fracaso de la transición democrática que parecía haberse iniciado. Y todo en mitad de la crisis de la COVID-19, con 6.386 casos confirmados en el país.
Fotografía: protestas Oromo en Londres (CC)