Las elecciones previstas para finales de año en Costa de Marfil presentan un escenario más desequilibrado y tranquilo que el de hace 5 años. Es importante, sin embargo, conocer los motivos y la evolución desde los últimos comicios, especialmente desde el punto de vista de los principales candidatos.
El país del cacao, el coupé-décalé o de la cantante Dobet Gnahoré (para no siempre mencionar los mismos), Costa de Marfil, vivirá una nuevas elecciones presidenciales a final del presente año. Las precedentes, celebradas entre octubre y noviembre de 2010, tuvieron un balance catastrófico. El bando del presidente saliente –Laurent Gbagbo– no aceptó el veredicto, ratificado por la comunidad internacional, de la Comisión Electoral que daba como vencedor a Alassane Ouattara, y se acogió a la resolución del Consejo Constitucional que le mantenía el poder.
En consecuencia, se vivieron casi seis meses de enfrentamientos armados que terminaron con la detención de Gbagbo y un balance de más de 3.000 muertos. El entonces polémico veredicto contrasta con un mayor desequilibrio ante la próxima votación. A continuación se presentan las características de los actores que se presumen como los principales protagonistas:
- Fédération pour le Rassemblement des Houphoeutistes (FRDH): coalición formada por los partidos más cercanos al primer presidente tras la independencia (Houphouet-Boigny). Ésta parece tener más fuerza y vigor que nunca. A diferencia de 2010, que solo fue tras conocerse los resultados de la primera vuelta, el ex presidente Henry Konan Bedié (secretario general del PDCI) ha anunciado esta vez su respaldo a Alassane Ouattara como candidato de esta coalición. La avanzada edad del primero y la falta de un sucesor claro parecen ser claros determinantes para reanudar este pacto.
Durante la campaña en 2010, Ouattara aseguró que necesitaba apenas un mandato para “enderezar la situación del país”, aunque la falta de una oposición robusta y el claro respaldo de la comunidad internacional han animado a contradecirse en su promesa inicial. Entre muchos otros aspectos, Ouattara pedirá el levantamiento definitivo del embargo de armas, aunque son muchos los retos que quedan todavía por cumplir: como por ejemplo la división de la frontera marítima con Ghana, debate estancado en recientes conversaciones bilaterales.
- Front Populaire Ivoirien (FPI): partido del ex presidente Laurent Gbagbo. La detención (y posterior envío al Tribunal Penal Internacional en La Haya) de Gbagbo ha debilitado mucho más de lo esperado a su partido. Aparte del arresto del que fuera su principal referente político e ideológico del partido, el FPI está viviendo una creciente escisión interna.
Por un lado, el ala más moderada está representada por su actual secretario general, Pascal Affi N’Guessan, partidario de establecer un diálogo fluido con el actual ejecutivo y que ya ha anunciado que el FPI tendrá un candidato único en los próximos comicios. Por el otro, un sector más radical, liderado por Aboudramane Sangaré, siguen reclamando la liberación inmediata del matrimonio Gbagbo (Simone, fue condenada recientemente a 20 años de prisión) y no aceptan ningún tipo de conversación.
- Guillaume Soro: antiguo líder del grupo armado de oposición Forces Nouvelles, Primer Ministro con Ouattara hasta 2012 y actualmente presidente de la Asamblea Nacional. Figura singular con entidad por sí solo. Sus expectativas como candidato se centran más en unos hipotéticos comicios presidenciales en 2020, donde se prevé que su rival sea Mamadou Koulibaly, ex FPI y representante de LIDER. Esta candidatura podría traer más reticencias a ojos de la oposición de las que lleva Ouattara actualmente, considerándose como una postura más controvertida.
- Comunidad internacional: no es ningún secreto afirmar que, fuera de territorio marfileño, el mandato de Ouattara ha sido mucho mejor aceptado que el de Gbabgo. En cabeza, Francia, con su papel protagónico en los bombardeos que dieron fin al conflicto armado en 2011. Durante la legislatura han apoyado en varios sectores (defensa, infraestructuras, seguridad social,…), especialmente en materia logística y de formación. Por su parte, desde Naciones Unidas se confía que el buen desarrollo de estas elecciones sea para empezar al principio del fin de la misión de mantenimiento de la paz (ONUCI, de momento prevista para mediados de 2016) para así asignar sus recursos a otras misiones. No obstante, ante la mala experiencia anterior, han decidido no volver a jugar el rol de certificación electoral y tendrán un papel meramente asistencial en esta cuestión.
- Sociedad civil marfileña: si bien parece que el fortalecimiento (programático y en infraestructuras) del sistema educativo universitario podría verse como un signo positivo, la representatividad de organizaciones civiles marfileñas en foros relevantes deja mucho que desear, por lo que su influencia en las elecciones parece únicamente reservado para las entidades más cercanas a cualquiera de las afiliaciones políticas que se presentan.
Por claro que pueda parecer el panorama que se presentan unas elecciones marfileñas, menos violentas que las de hace un lustro, son muchos y muy complejos los retos que el ejecutivo entrante deberá hacer frente. En primer lugar sigue pendiente la reintegración de la mayor parte de los ex combatientes: al debate sobre la salida a los ex combatientes del último conflicto armado, queda pendiente la situación de los ya discutidos en el Acuerdo de Paz de Ouagadougou, que data del 2007.
En relación a este último aspecto, está el eterno debate en torno la reconciliación. Durante esta legislatura no se han registrado avances significativos en esta materia, sobre todo por la percepción de parcialidad debido al hecho que solo se han juzgado miembros de un solo bando. En otro orden de cosas, aspectos como el trato de la identidad (o ivoirité) o las leyes de propiedad de tierras siguen siendo fuente de conflictividad, especialmente al oeste y norte del país.
Felicidades por tu análisis, Albert.
Yo soy muy optimista respecto a Costa de Marfil. Creo que por fin se dan las condiciones para el retorno definitivo a la estabilidad y el crecimiento económico.
Del mismo modo me parecen legítimas las aspiraciones de Guillaume Soro y puede que en un futuro lo veamos en la Presidencia.
Mi optimismo se ve reforzado por el hecho de que algunos de los que salieron del país en 2010 por temor a posibles represalias, están regresando al país.
En un principio hubo amagos de los más irredentos partidarios de Gbagbo de organizar algún tipo de acción desde Ghana.Se hablaba mucho de que se estaban organizando en torno a Takoradi. Pero se puede ver que las aguas se han calmado.
Los riesgos de involución violenta han sido minimizados. La detención por el TPI de Charles Blé Goudé, el líder de los Jeune Patriots también ha colaborado a esa sensación.
Cuando dices «percepción de parcialidad debido al hecho que solo se han juzgado miembros de un solo bando» Aunque parezca raro, lo sigo viendo imprescindible.No son sólo los crímenes, también es el robo de fondos; hoy uno puede encontrarse familiares directos de Laurent Gbagbo llevando un impresionante tren de vida fuera de Costa de Marfil: en Ciudad del Cabo por ejemplo.
Santiago,
Gracias por tus comentarios sobre el artículo. Considero que la justicia está para investigar y juzgar, en este caso, los crímenes de guerra que se produjeron, a mi entender, en ambos bandos. Por su puesto, la apropiación indebida o la corrupción son también delitos a perseguir
Un saludo,
Albert