Senegal tiene fama de ser uno de los países más estables de África occidental y una reputada democracia dentro de la diversidad de regímenes políticos que se pueden encontrar en el continente. Pero nada es perfecto y, desde el jueves pasado, las contradicciones de un sistema que incuba una crisis no novedosa hicieron detonar una situación explosiva que ha sumido al país en una importante crisis política y social , cuyas movilizaciones y protestas han sido duramente reprimidas causando, hasta la fecha, 19 víctimas mortales, según el comunicado oficial del principal partido opositor, el Pastef (en francés, Patriotas de Senegal por el trabajo, la ética y la fraternidad) o16 contabilizadas por el Ministerio del Interior.
El detonante de la crisis senegelesa ha sido la condenada del líder opositor del Pastef, Ousmane Sonko, a dos años de prisión por “corrupción de menores”. La resolución judicial se anunció el pasado 1° de junio, luego de un juicio en el cual Sonko había sido acusado de varios cargos, entre ellos de violación, cargo del que fue exonerado.
Sonko, un joven abogado nacido en 1974, exdiputado nacional y alcalde de Ziguinchor (la capital de la región de la Casamance, al sur del país), de orientación panafricanista y con una mirada muy combativa que lo condujo a denunciar prácticas corruptas de la élite, había acusado de maltratar y violar a una masajista en un local, incidente acaecido entre 2020 y 2021. Sonko no presenció su juicio. Desde su partido alegan que el proceso carece de legitimidad y de que se trataría de una maniobra para apartarlo de las elecciones presidenciales previstas para febrero del año próximo, cuando viene sonando como un candidato de peso frente al oficialismo. El pasado 1° de mayo el presidente del Pastef declaró que nunca alguien fue tan perseguido por la justicia local como él.
Mientras tanto, en el gobierno resta definir si el actual presidente Macky Sall, quien en 2024 concluye su segundo mandato, decide postularse a un tercero, pues lo ha sugerido. De hacerlo, previsiblemente sumirá al país en una nueva crisis política, tal y como ha sucedido en otros países africanos que han atravesado turbulencias muy serias debido a la denominada “maldición del tercer mandato” (Costa de Marfil, Guinea Conakry, República del Congo, Burundi).
¿Qué se juega?
En el comunicado emitido el pasado 4 de junio el partido opositor denunció y condenó las muertes de manifestantes producto de la represión que recaen sobre la figura presidencial, tildada de dictador, carnicero y de emisor de órdenes “anti-republicanas” que se ha servido del trato inhumano de la policía y de las tropas de gendarmería. La oposición denuncia la utilización de milicias particulares para imponer asesinatos, torturas y represión a una población indefensa, a lo que se suma el empleo de menores como “escudos humanos”. También el documento apunta a que los líderes religiosos pueden ser objetivo del ataque estatal en la medida que defiendan los intereses de la protesta cívica.
Pastef instó a la ciudadanía a defenderse de las “acciones terroristas” de un Estado que incumple sus obligaciones más básicas y a responder a la altura de los actos cometidos por los “bandidos de la República”. La organización exige la salida inmediata de Macky Sall como garantía de salvación nacional.
Por su parte, la administración de Sall ha denunciado los actos de vandalismo y de bandidaje cometidos por la disidencia. Con alrededor de una veintena de muertes, unas 400 personas heridas y al menos 500 arrestos (incluyendo menores), la crisis en Senegal no es de fácil resolución, si bien se respira un poco más de calma que el fin de semana pasado. Las redes sociales siguen bloqueadas y el gobierno decidió hacer lo mismo con la red local de telefonía móvil y sus datos, para, según la oposición, que el mundo no pueda ser testigo de la feroz represión gubernamental. Desde fuentes oficiales, sin embargo, se señala que el objetivo es evitar la difusión de mensajes de odio y subversivos que alteren el orden.
Dakar devino un auténtico campo de batalla, con locales saqueados y diversos daños materiales, que incluyó también el ataque a algunos objetivos franceses. Una vez más perfila lo que es una constante regional, como se observa en Malí o Burkina Faso, el peso en declive de Francia en la región, la exmetrópoli.
Valiéndose sobre todo de las juventudes (más del 60% de la población senegalesa está por debajo de los 25 años), Sonko apunta al neocolonialismo francés y a una élite corrupta, entregada a los intereses extranjeros, como sostén de la deriva autoritaria presidencial. Como ejemplo, la moneda senegalesa es el franco CFA, controlada por Francia, y vigente en más de una decena de naciones de la zona.
Así, el líder del Pastef se propone como alternativa a esta opresión y a la realidad de amplios sectores postergados de la sociedad senegalesa, en donde, según datos del Programa Mundial de Alimentos (ONU), un 39% de la población vive por debajo del umbral de pobreza.
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