Que África no tiene la presencia que merece en los medios de comunicación en castellano, es una realidad. Que cada vez se le reserva más espacio, también. Gemma Parellada, en la presentación del Posgrado de Sociedades Africanas del CEA, comentaba que en el pasado había presentado un tema a un diario con el que solía trabajar. Se trataba de la historia sobre República Centroafricana que más le había impactado personalmente durante su cobertura del conflicto. El diario, de tirada nacional, rechazó el artículo. No por su calidad, su enfoque o la actualidad del mismo, sino porque “hace poco publicamos uno sobre gorilas en el Congo”.
Lo que en realidad estaba explicando Gemma es que, al menos en los medios españoles, África es un tema en sí mismo. No hay distinción sobre “elecciones”, “conflictos”, “movimientos sociales” o “gorilas”. Todo va al mismo cajón, y por tanto los artículos deben competir entre sí para ver la luz. El artículo del que hablaba Parellada, por cierto, lo acabó publicando el Centro de Estudios Africanos en su boletín.
En otros países, con tradiciones más africanistas –es decir, también más coloniales- la información sobre África es una constante. El ejemplo paradigmático es el Guardian británico. No solo mantiene corresponsales en el continente, sino que tiene un espacio fijo dedicado a África, una cuenta de Twitter propia y da voz -¡esto sí que es importante!- a intelectuales y periodistas africanos. Cubre desde la actualidad, hasta los temas de fondo. Los promociona y, atención, dedica recursos económicos a la información desde y sobre África Subsahariana.
En España la situación es completamente diferente. Se cuentan con los dedos de la mano los espacios dedicados a la información sobre África en los diarios de tirada nacional. Y eso solo si decidimos fijarnos en las ediciones online, porque si miramos las ediciones en papel, la cosa es aún más pequeña. La Vanguardia ha estado dedicando dobles páginas a diversos temas actuales del continente, aprovechando que allí trabaja Xavier Aldekoa –el periodista sobre África más mediático actualmente en este país. Pero aún contando con esto, el resultado es más bien pobre. Que la situación esté mejorando respecto a aquellos tiempos que explicaba Antoni Castell en su libro no quiere decir que sea buena.
Con este escenario, es imposible no hacerse determinadas preguntas, como por ejemplo si interesa África. O si este país, tan vinculado emocional, política y lingüísticamente a América Latina, quiere saber qué pasa más allá del Sáhara. Si será por esta falta de interés que los diarios nacionales –los que entienden de esto– no dedican tratamientos ordinarios a África, sino que la consideran un tema en sí misma.
Para hallar las respuestas sólo hay un camino: la red. Allí todo transciende a los recursos y a los intereses económicos. La rentabilidad deja de tener sentido strictu senso. Allí encontramos proyectos como Wiriko, como el boletín del Centro de Estudios Africanos, como Afribuku, como El Señor Kurtz -¡10 años ya de blog sobre África!- y tantos otros que sobreviven gracias al esfuerzo de quienes escriben, y al alimento de quienes los leen. Allí encontramos, desde hace justo un año, a Africaye.
El proyecto de Africaye está muy claro. Su objetivo es informar sobre política, economía, relaciones internacionales, conflictos, temas relacionados con género y movimientos sociales en África Subsahariana. Y hacerlo, tal y como decía Chesterton, de manera contraria a lo aburrido: siendo divertidos y serios a la vez. Informar, como se titula este artículo, desde el análisis y la opinión de unos autores fijos que llevan años dedicados al estudio de África. Informar gracias a una serie de colaboraciones espontáneas que han abrazado la idea de que se puede hacer un análisis en profundidad que permita a cualquier persona –sea el que sea su nivel de conocimiento sobre África- saber qué está pasando más allá del Sáhara. Una divulgación sobre política, economía y sociedades africanas que permita la duda, tanto a quienes escriben como a quienes leen. Porque el lema está claro: intentar comprender África Subsahariana.
Pero además de escribir, debatir, reírnos y discutir por Twitter y Facebook, en Africaye también queremos crear comunidad. Desvirtualizar, salir más allá de la pantalla y vernos las caras.
A comienzos de año, Oscar Mateos y Fernando Díaz, dos de los Africaye, impartieron en Barcelona, gracias a Cristianisme i Justícia, un seminario introductorio a la realidad actual del continente. Allí se pudieron encontrar un grupo de participantes muy heterogéneo, la mayoría con experiencias personales y profesionales en África, y con una gran motivación por conocer más datos y más realidades africanas de las que ya estaban al tanto. También a comienzos de año pudimos abrirnos a públicos no especialistas en África, pero interesados en la política en general. Los compañeros de Beers and World nos invitaron a dedicar unas cervezas a hablar del nuevo saqueo de África. Hemos salido a los medios, hablando en espacios dedicados a la información internacional o escribiendo en otros medios de comunicación, incluso algunos especializados en el continente, como Mundo Negro. Y cada vez que Albert Caramés vuelve de Bangui a Barcelona, es invitado por radios y foros de debate para discutir qué está pasando en el continente. También creamos espacios de diálogo con otros compañeros de viaje, de esos pioneros en el africanismo online. ¿Y os hemos hablado ya del curso de verano sobre África que tenemos este Julio en la Universitat de Barcelona?
Se trata de complementarnos con otros actores, desde el ámbito universitario al ámbito periodístico o social. Porque lo consideramos imprescindible para que África deje de ser un tema, y comience a ser una región más sobre la que resulte imposible no informar.
Creemos que el nuevo periodismo, si existe eso de nuevo, pasa por la ruptura de las fronteras. Romper la frontera del papel, romper la frontera digital y la romper frontera mental. La que arrincona la información sobre África a un pequeño espacio online, la conmina a la lucha intratemática y onegeiza el debate. Tenemos muchos retos por delante, pero estamos seguros de que Africaye será lo que otros hagan de nosotros. Lo que todas vosotras, lo que todos vosotros, hagáis de Africaye.
Foto: Celina Kamanda, superviviente del ébola en Sierra Leona, fotografiada por DFID