Este jueves 18 de febrero, Uganda vivirá las que serán sus quintas elecciones presidenciales y parlamentarias –las terceras de carácter multipartidista tras su aprobación en referéndum en 2005– desde la llegada de Yoweri Museveni al poder hace exactamente 30 años.
En las elecciones de febrero de 2006 – las primeras que rompieron con el sistema de partido único posibilitando la presentación de partidos de oposición– Museveni se impuso con el 59% de los votos. En las del 2011, su victoria fue aún mayor, logrando el 68% del sufragio. En las elecciones de este jueves, siete candidatos (seis hombres y una mujer) competirán por la presidencia nacional y tratarán de desbancar al National Resistance Movement (NRM) del poder, aunque en la arena política la contienda se ha centrado en lo que muchos han calificado como “the three horse race”: el presidente Museveni, candidato del National Resistance Movement; Kizza Besigye, candidato del Forum for Democratic Change (FDC); y Patrick Amama Mbabazi, bajo la bandera del GoForward. Los otros candidatos tienen una presencia testimonial, no estando presentes en ninguna de las quinielas: Venancius Baryamureeba, Abed Bwanika, Maureen Kyalya, Joseph Mabirizi y Benon Biraro.
Estas elecciones han vuelto a poner al país en el centro de atención, ya que representan una nueva oportunidad de que por primera vez en su historia poscolonial Uganda pueda tener un gobierno democrático elegido mediante las urnas, y no nacido y mantenido en pro de las armas. Ello se debe a que la historia de los diferentes regímenes políticos que ha tenido el país desde la consecución de la independencia nacional en 1962 -Milton Obote (1962-71), Idi Amin Dada (1971-79), Milton Obote (1980-85), Tito Okello (1985-86) y Yoweri Museveni (1986-actualidad)- ha estado impregnada de un marcado carácter militar, en el que se han apoyado todos y cada uno de ellos para llegar y mantenerse en el poder. La violencia estructural en la que se ha visto inmerso el país ha enraizado en las prácticas posteriores que han distinguido a cada uno de ellos.
El jueves, el pueblo ugandés, del cual alrededor del 45% no ha conocido otra Uganda que la gobernada por Museveni, tendrá una nueva oportunidad para cambiar su historia.
¿Quiénes son los tres principales candidatos?
¿Three horse race?
De los dos candidatos opositores, Kizza Besigye es nuevamente el que mayores oportunidades tiene de arrebatarle la presidencia a Museveni, debido a que es considerado como la principal figura opositora en el país. Por el contrario, la larga trayectoria de Mbabazi en el gobierno y el NRM, está muy presente en el pueblo ugandés, por lo que genera desconfianza en una buena parte del electorado. Si bien la carrera presidencial empezó siendo un embate a tres, con el paso de la campaña Mbabazi se ha ido desinflando hasta dejar la contienda en un mano a mano entre Museveni y Besigye.
El actual ejecutivo de Museveni se enfrenta a problemas de calado para defender su programa. Los altos índices de desempleo juvenil, la corrupción rampante, la política exterior de securitización regional, los bajos ingresos por la agricultura y la ralentización de los proyectos de infraestructura y del esperado boom económico por petróleo -y su dudosa gestión-, han sido algunos de los temas que han liderado los debates en esta campaña.
Algunos puntos de inestabilidad
Un proceso electoral bajo sospecha
Tras intentos fallidos de reforma, la Comisión Electoral ha estado bajo escrutinio por alegaciones de manipulación de proceso electoral. Alegaciones de compras de votos y sobornos o intimidaciones de los votantes, como ya se detectaron en las pasadas elecciones de 2011, parece que son prácticas que se esperan en estos comicios.
Recientemente, algunas voces han dado la voz de alarma ante las inexactitudes encontradas en los datos del registro de votantes manejado por la Comisión Electoral, cuya constitucionalidad está siendo recurrida en los juzgados, y esta misma semana, el candidato Mbabazi envió una carta a la CE señalando que los fallos del sistema biométrico de verificación de votantes, una herramienta que se usa por primera vez en el país para validar la identidad de los votantes según sus huellas dactilares, no permiten asegurar su fiabilidad contra el fraude, tras realizar pruebas con su equipo.
Las fuerzas de seguridad
Tras conocerse los candidatos a la presidencia, ya en el pasado verano se dieron varios episodios en los que la policía y fuerzas de seguridad irrumpieron en mítines y demostraciones de opositores como Besigye y Mbabazi -como el arresto de ambos en julio, o el vergonzoso desnudo público de una opositora del FDC que alcanzó eco internacional-, lo que presagiaba otro largo periodo pre electoral cargado de tensiones, siguiendo la estela de la violencia desatada por el estado en previas elecciones en favor del presidente. Este mismo lunes, a 3 días de las elecciones, se ha vivido una jornada de violencia tras una corta detención del opositor Besigye mientras se movilizaba hacia un mitin en la Universidad de Makerere, con cargas de la policía y al menos un muerto. Esta violencia puede, no obstante, jugar en contra del actual presidente, tal como señalan diversos analistas, y como ocurrió en las elecciones de 2006 con el encarcelamiento de Besigye y su subida en los resultados electorales. Sin embargo, la intimidación y las amenazas veladas a las regiones menos partidarias del NRM parecen ser herramientas que Museveni sigue utilizando.
Un elemento de controversia señalado tanto en el parlamento como por diversos analistas y organizaciones es la existencia de los llamados crime preventers, una especie de cuerpo de voluntarios entrenado por la policía y formados en su mayoría por hombres jóvenes, destacados en cada localidad supuestamente para velar por el cumplimiento de la ley y el mantenimiento del orden público en las mesas electorales. Estas «cédulas» se encuentran en una zona gris entre el estado y los civiles ya que sus funciones y a quien deben rendir cuentas no están claras, y ya se han dado numerosas denuncias de abusos y actos criminales, además de encontronazos en actos de campaña de diferentes partidos opositores. Esto es especialmente problemático, dado que son percibidos como cuerpos partidarios del NRM en el poder, avanzadillas de este en los pueblos para movilizar el voto hacia Mueveni y suprimir posibles oposiciones. El portavoz del estado por su parte, ha acusado a la oposición de organizar grupos violentos para actuar en caso de que las elecciones no salgan según sus expectativas, lo que estos han negado.
De hecho, algunos de los pasos que ha ido dando a lo largo de estos años la escalada autoritaria del gobierno de Museveni -la Ley de Gestión del Orden Público, que limita la libertad de expresión y disidencia; el silenciamiento de los medios; la Ley de las ONG; el cambio de la constitución que eliminó la provisión que limitaba el número de mandatos presidenciales- allanan el camino para su reelección y representan importantes rescoldos para el ejercicio transparente y libre del voto, tal como muestra esta genial viñeta del dibujante político keniata Gado.
A modo de cierre
Para la oposición, la única posibilidad para poder disputar la presidencia a Museveni, pasa por que este no obtenga la mayoría absoluta en la primera ronda, posibilitando una segunda ronda con los dos candidatos más votados, previsiblemente Museveni y Besigye.
En este posible escenario -hoy en día lejano, ya que todas las encuestas preelectorales han dado una mayoría absoluta clara a Museveni, algunas con más de un 70% y otras con el 59%-, la oposición podría lograr esa unión de votos en un solo candidato que les dé una posibilidad real de competir con el que ha sido considerado como el Bismarck de los Grandes Lagos.
Si se da este segundo hipotético escenario, la pregunta que mucha gente se hace es si las elecciones del 18 de febrero lograrán un cambio pacífico y democrático en el país. ¿El Gobierno de Museveni aceptará –en caso de ser derrotado- los resultados electorales y permitirá una transición no violenta? ¿Será posible que por primera vez en la historia ugandesa un gobierno se instale en el poder sin el uso de la fuerza?
Ya queda menos para conocer las respuestas.
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Artículo de Iván Navarro y Celia Murias.
Foto de portada: Craig Morey